El Museo del Prado

El Museo del Prado

El museo del Prado es, sin duda, el más conocido museo español. Contiene obras de pintura, escultura, igual que las colecciones de arte decorativo (como el famoso Tesoro de Delfín de vajillería). Hoy el Museo del Prado cuenta con una colección única de pintura española (Velázquez, El Greco, Murillo, Goya) y europea (Tiziano, Rubens, Van Dyck etc).

La primera idea de crear un Museo en Madrid le fue sugerida a Carlos III por su pintor de cámara Antón Rafael Mengs. Pero el deseo del pintor no pasó de sugerencia, ya que el monarca no lo hizo suyo.

Ya en los últimos años del siglo XVIII, en el París de la Revolución, fue creado el Museo del Louvre. Ello fue el punto de partida para la creación de muchos museos en Europa. La primera iniciativa seria y oficial se debió al rey José I Bonaparte.

Curiosamente él estaba empeñado en la fundación de un museo similar en 1809, en plena guerra precisamente contra el dominio francés.

La idea prendió en el reinado de Fernando VII que supo prestar oídos a las peticiones. Pero el especial interés puso en el proyecto su segunda esposa María Isabel de Braganza. El Museo siempre ha querido considerarla como su fundadora. Lamentablemente la reina murió sin poder ver la inauguración del que se llamó Museo Real de Pintura y Escultura. Este primer paso tuvo lugar el 19 de noviembre de 1819.

El envío de las primeras obras de arte procedía de las colecciones reales. Superó las mil quinientas, aunque el museo se abrió con poco más de trescientas por falta de espacio. El edificio se construía muy poco a poco, y las pinturas colgaban muy apretadas. Además, los dependientes vivían en el propio museo, que hacía temer la seguridad del mismo.

Hubo ocasión para que un periodista genial se atreviera a publicar la falsa noticia del incendio del museo. La imaginada pérdida de todos sus fondos tuvo algunos efectos inmediatos. Primero se prohibió a los pintores instalar sus talleres en el museo. Pronto se edificaron dos pabellones gemelos para las viviendas de los dependientes.

Por entonces la colección del museo continuó siendo propiedad personal del rey. El museo se abría un día a la semana y de manera muy restringida: se necesitaba un permiso especial de la Corte.

Hacia el siglo XX el museo progresó mucho tanto en su arquitectura como en su administración. La Guerra Civil marcó en toda España un frenazo brusco a este progreso. Como Madrid fue el frente de guerra desde los primeros mtses de la contienda, el museo estaba en peligro constante. Se cenó al público y fueron desmontadas sus pinturas, para protegerlas de los bombardeos.

Fue entonces cuando se decidió sacar de Madrid las piezas más importantes. Las pinturas fueron trasladadas a Valencia; después, a Gerona. Finalmente se vieron en Ginebra bajo la protección de la Sociedad de Naciones. En esta ciudad se organizó una exposición «del Prado», que se repatrió con prisas y con riesgos al desencadenarse la Segunda Guerra Mundial. Con buena parte de Europa ya bombardeada por los alemanes, los tesoros del Prado tuvieron que atravesar el territorio francés en trenes nocturnos, escapando de la aviación.

Después de la dura, difícil y larga posguerra, el comienzo del fenómeno turístico supuso un renacer del adormecido museo y un aumento impresionante de sus visitantes.

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