Recorriendo España

Recorriendo España

Al día siguiente, al levantarme para almorzar, me encontré con Velasco y Sacha; me esperaban.

Velasco había decidido alquilar un automóbil para unos días y recorrer los pueblecitos de los alrededores.

— ¿Quién va a dirigir el automóbil? ¿El marido de usted? — pregunté a Sacha.

— Sí.

— Entonces ya podemos encomendar el alma a Dios. Nos va a hacer pedazos en la carretera.

— No lo crea usted. Dirige muy bien.

Sacha, con su hija, la pequeña Olga, la niñera y yo, entramos en el automóbil, y Velasco se sentó a dirigir.

Durante una semana vivimos así, parando en pueblecitos, recorriendo carreteras, almorzando en las ventas.

Velasco, como un buen automovilista no se preocupaba más que del motor, de la gasolina, de los neumáticos; el paisaje no le interesaba.

A la rusa le encantaban estas aldeas vascas, con el cementerio alrededor de la iglesia y sus viejas casas negruzcas. Sobre todo, un rincón, cerca de Biarritz le parecía delicioso.

Pasamos varias veces a España por la costa deteniéndonos en algunas ciudades y pueblecitos. Sacha me hablaba de su vida, de sus ilusiones, de sus ideales artísticos y políticos.

Velasco no prestaba atención a las confidencias de su mujer; le parecían, sin duda, sentimentalismos, cosa de poca importancia.

Por la noche, al llegar a Biarritz solíamos comer en el hotel platos nacionales rusos, una sopa de legumbres que se llama «tschi», «kascha» y algunas otras cosas que se me han ido de la memoria y del paladar; luego como veníamos cansados, yo no salía de mi cuarto.

De mi amistad con Sacha me quedaron unas cuantas palabras en ruso, de las que no recuerdo más que al gato le llaman «koska» y que «dobri nochi» quiere decir «buenas noches».

Adaptado de M. de Unamuno

ESPAÑA

(canción)

España, España, la de las bellas mujeres.
España, España, la preferida del mar.
España, España, la de los rojos claveles.
España, España, yo no te puedo olvidar.
La palabra más bonita de la lengua castellana
Es el nombre de mi tierra, es el nombre de mi Patria.
Cuando escucho algunas veces ese nombre tan querido,
De manera misteriosa, de claveles y de rosas
Se perfuman mis sentidos.
¡Qué bello nombre es el de España!
Mis padres me lo enseñaron a pronunciar.
Y desde entonces la guardo de talismán.
España, España, la de las bellas mujeres.
España, España, la preferida del mar.
España, España, la de los rojos claveles.
España, España, yo no te puedo olvidar.

CANTARES

Manuel Machado

Vino, sentimiento, guitarra y poesía...
hay en los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.
A la sombra fresca de la vieja parra
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.
La prima que canta y el bordón que llora...
y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.
No importa la vida que ya está perdida;
y después de todo, ¿qué es eso la vida?
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.
Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros y negra la suerte.
Cantares...
En ellos el alma del alma se vierte.
Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.

LA LENGUA CASTELLANA

Leopoldo Días

Claro y límpido raudal
es la lengua que yo adoro,
la lengua de versos de oro
y de vibración marcial.
Es dúctil como el metal
y rica como el tesoro
que dejó Boabdil el moro
allá en su Alhambra oriental.
Como clarines al viento
vibra su broncíneo acento
en la ira o en el dolor.
Y son sus cláusulas graves
amorosos trinos de aves
sobre las lilas en flor.

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