Diego de Silva y Velázquez

Diego de Silva y Velázquez

Considerado como el mejor pintorespañol en la historia, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en la ciudad de Sevilla, el seis de junio de 1599. Recibió su primera educación artística de Francisco Herrera, el Viejo. A partir de 1611 fue guiado por Francisco Pacheco, autor del tratado «El arte de la Pintura». Seis años después Diego Velázquez era ya un pintor seguro. El joven estableció su propio taller sin romper relaciones con su maestro quien, en 1608, le concedió la mano de su hija. Y no sólo eso, sino que Francisco Pacheco se convirtió en uno de sus más fieles seguidores y practicantes de su estilo.

Velázquez cultivó el estilo naturalista, con un magistral manejo de luz y colores. Aunque durante sus inicios pretendió romper con la influencia renacentista, admiró grandemente la obra de Tiziano y Caravaggio. Mostró especial sensibilidad hacia la realidad popular, aunque también hacia los temas espirituales y religiosos. De esta época destacan entre sus obras: «Vieja friendo huevos» (1618), «Hombres a la mesa» (1619-1620), «Comerciante de agua en Sevilla» (1620) y «La adoración de los magos» (1619).

Sin embargo, Diego Velázquez deseaba ingresar a la corte de Felipe IV y con esa meta se trasladó a Madrid en 1622. No tardó mucho tiempo en convertirse en el pintor de cámara del rey. Allí pintó los retratos del monarca, del duque de Olivares y otros personajes de la corte, que aumentaron el respeto del monarca bacía el artista.

En 1629, Velázquez viajó por Italia con el permiso de Felipe IV y dos años después reanudó sus funciones en la corte. De esta época, destacan las pinturas de los enanos que daban vida al ambiente del palacio real. El resultado de su trabajo le ganó a Diego de Velázquez una admiración creciente y los constantes ascensos en la corte.

En 1648 el pintor viajó de nuevo a Italia con el encargo de adquirir obras de arte para enriquecer las colecciones del rey. De regreso a Madrid, realizó magníficos retratos de los personajes de la familia real, pero ninguna de esas obras con el encanto de «Las meninas» (1656). Diego Rodríguez de Silva y Velázquez murió el 6 de agosto de 1660 cuando disfrutaba el mejor momento de sus éxitos como funcionario y diplomático real.

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