El español es un valor económico importantísimo

El español es un valor económico importantísimo

Marta Baralo afirma que el idioma español, en el presente, es americano «por demografía».

Tucumana de origen y radicada en España desde hace casi cuatro décadas, la doctora en Lingüística y docente de la Universidad de Nebrija María Marta Baralo dice que en Tucumán bien podía desarrollarse lo que ella define como «turismo idiomático».

Al margen de su función comunicativa y cultural, los idiomas tienen un valor económico; y el del español, una lengua que es hablada por 450 millones de personas, está en alza, observa la lingüista María Marta Baralo.
En la misma sintonía, la experta, que acaba participar en el Congreso de Léxico e Interculturalidad que organizó la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, afirma que Tucumán no debería desaprovechar esa veta económica que ofrece el idioma, y propone explotar lo que ella define como «turismo lingüístico».

— ¿Cómo ve el español de España al español de Latinoamérica?
— Yo creo que en las últimas décadas la nueva Academia española tiene una actitud de enorme humildad frente al español de Latinoamérica. El discurso que tienen los lingüistas que están en la Academia es un discurso de integración. Pero creo que al mismo tiempo, independientemente de lo que digan cada uno de los académicos de cada una de las academias correspondientes, creo que hay una realidad económica, porque el español es un valor económico importantísimo, que tiende a convertirse en español global por razones económicas, todo esto ayudado por las grandes redes de comunicación. Sumado a ello, al ver la circulación de personas, me parece que hay un fenómeno clarísimo de latinoamericanización de la lengua española. En España solamente vive el 10 por ciento, o quizás menos, del total de hablantes españoles. El español no es una lengua europea, el español es una lengua americana, desde el punto de vista demográfico, sumado a que el español de los Estados Unidos se ha latinoamericanizado.

-¿Lo que ha globalizado al idioma son los medios de comunicación?
— Sí, evidentemente, los medios de comunicación, y el esfuerzo de esos medios para que realmente haya un producto global de consumo masivo. Sé que en las grandes agencias de doblaje trabajan mucho para borrar las diferencias dialectales y para conseguir unas variantes estandarizadas en laboratorio, tanto en la pronunciación como en los elementos léxicos. Se buscan siempre los elementos léxicos que son menos marcados, los que son más universales dentro de la comunidad hispanohablante, de tal manera que un producto doblado en México, sonaba a mexicano. Y ahora no suenan a mexicano, ni a caraqueño, ni a porteño, ni a madrileño. Hay un esfuerzo científico de buscar un estándar del español que sea aceptado fácilmente por todo el mundo. Por ejemplo, en el departamento de Español de la Universidad de Tel Aviv se vienen haciendo unos estudios actitudinales sobre por qué estudiar español, que en Israel es una lengua muy demandada. Y las dos razones que siempre salen primeras son: ver las telenovelas y viajar por Latinoamérica. Son las dos principales razones por las cuales los israelíes estudian español. Y esas telenovelas son productos globales. Buscan una estandarización de la lengua que llegue a todo el mundo

-¿No se pierden así las identidades regionales?
— Lingüísticamente, sí. Pero creo que las identidades regionales están más marcadas por los referentes culturales, por la vida cotidiana. No veo muchas telenovelas, pero, seguramente sí, algo se pierde.

— ¿Usted reivindica la globalización?
— No le veo nada de malo. El hecho de que 450 millones de personas hayamos creado una comunidad en la que compartimos una cantidad de valores culturales, de redes sociales solidarias en el caso de internet, de consumo de productos culturales accesibles a tantísimos millones de personas, me parece positivo. Pero es posible que esa mirada se deba a que mi perspectiva en la lingüística y en la gramática es universalista, de búsqueda de rasgos comunes. Quien trabaje desde la lingüística y de la crítica literaria en la búsqueda de la diferencia, es posible que pueda encontrar el problema. Pero yo busco lo común, y no lo diferente, que hay entre los 450 millones de hablantes y que en 20 años seremos 500 millones.

-¿A qué se refiere usted cuando habla de «turismo idiomático?
— Me interesa mucho la relación entre la competencia lingüística y el movimiento de personas en el mundo. De hecho, trabajo con español para inmigrantes, en el caso de España, y estoy desarrollando un proyecto de lo que se entiende como turismo lingüístico, y que podría funcionar muy bien en un lugar como Tucumán. Se trata de estancias para grupos muy diferentes: chicos que tienen ganas de viajar, de trabajar, personas mayores que quieran hacer negocios, gente que busca conocer experiencias culturales de la zona, y que quiera unir al aprendizaje de la lengua otro tipo de actividades no necesariamente turísticas en el sentido tradicional, sino desde la perspectiva del desarrollo de una interculturalidad. Como eso significa que la gente tiene que pernoctar un tiempo en la ciudad receptora, por eso se llama turismo, en el sentido de que turismo es la pernoctación de personas en un lugar… Por eso se habla de turismo idiomático, de estancias lingüísticas, y es una experiencia enriquecedora tanto para las personas que vienen como para los que reciben.

— Usted trabaja la relación entre el español y los hablantes de idioma portugués ¿ es una relación de pares?
— No se puede hablar de una situación uniforme del español en Brasil. La situación que hay en el sur, en la zona de los gaúchos, es distinta a la del norte, a la que conozco mucho, porque he estado en un instituto federal de frontera, en Boa Vista, en el límite con Venezuela; y me he quedado muy sorprendida por el interés que hay por el español, en todos los estamentos, desde la primaria hasta la universidad, y en otros niveles. La incidencia se debe sobre todo a las transacciones comerciales. Al tener ellos una lengua portuguesa más abierta que el portugués de Portugal, más fácil de entender para los hispanohablantes que el portugués de Portugal, y al hacer un esfuerzo intuitivo de intercomprensión, todas las transacciones comunicativas se realizan en portuñol. El fenómeno de la intercomprensión en las lenguas romances está bastante bien estudiado en Italia, Francia, Portugal y España. Es un fenómeno que se observa mucho en el nivel de intercambio universitario, en los programas de movilidad estudiantil. Se han desarrollado técnicas de intercomprensión muy buenas para entender, para acceder muy rápidamente a este multilingüismo románico. En cambio, el fenómeno que se ve en el norte de brasil es totalmente diferente: hay una transacción comunicativa del tipo económico, más que del tipo cultural, y se resuelve muy bien con el portuñol. Sin embargo, una cosa que me sorprende mucho es que desde los brasileños hay un interés y un esfuerzo por estudiar español, y no así desde la otra parte, y me parece que ocurre lo mismo en el sur del país. Llegamos los hispanohablantes al Brasil y damos por hecho que nos van a entender. He visto que la gente llega y habla en español, no pide disculpas porque va a hablar en español. En cambio, la actitud de los brasileños es diferente.

— ¿A qué atribuye esa actitud por parte de los argentinos ?
— Me da la impresión de que en una comunicación bilingüística en la que el hablante español habla español y el hablante brasileño habla portugués, con voluntad de entenderse, pareciera que le resulta más fácil al portugués entender al hispanohablante que viceversa. No tengo estudios científicos para demostrarlo, pero mi percepción me dice que quizás tenga que ver con las características fonológicas de las lenguas, que son la puerta de entrada al oído y al cerebro.

-¿Pero eso no da cuenta de otras actitudes extra lingüísticas?
— Sí, pero no me gustaría juzgarlas. No sé si los hispanohablantes tenemos una actitud de una cierta arrogancia lingüística, no sé qué ocurre en el imaginario de la gente para pensar que los brasileños están obligados a entender el español y que nosotros no estamos obligados a entender a los luso hablantes.


Profesora de Letras (UNT), reside en España desde 1974. Doctora en Filología Hispánica, especializada en didáctica del español. Dirige el Master en Enseñanza del español como lengua extranjera y el Doctorado en Lingüística aplicada a la enseñanza del español de la Universidad Antonio de Nebrija. Es colaboradora habitual del Instituto Cervantes.

lagaceta.com.ar, 23.08.09

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