La corrida de toros

La corrida de toros

La corrida de toros es antes que nada una fiesta. Se celebra desde tiempos antiguos y durante su historia ha cambiado bastante. En ella el enfrentamiento entre el toro y el torero tenía un sentido simbólico, pues se percibía como una lucha salvaje, fuerte y agresiva entre el hombre y la muerte.

Sin embargo hoy día este sentido se va perdiendo. Pero hay gente que aprecia ese aire salvaje y sabe disfrutarlo. Son los así llamados taurinos que no se pierden ninguna corrida de toros. En cambio, los antitaurinos afirman que la corrida de toros es cruel e injusta. El toro no tiene otro apoyo que el de sus cuernos, mientras que el torero cuenta con todo un grupo de ayudantes. Sólo al principio el torero se encuentra con el toro cara a cara. Luego ya llega el turno de su «cuadrilla».

Los primeros en venir son los picadores. Vienen bien protegidos de los cuernos del toro. Su misión es herir ligeramente al toro para que esté más débil y el torero pueda con él. Les siguen los banderilleros que intentan clavarle las banderillas para fatigarlo aún más. Ellos sí que corren mucho peligro, porque para clavar las banderillas tienen que ponerse muy cerca del animal. Y a pesar de que son muchas las personas que entretienen al toro, todos los años hay accidentes mortales.

El responsable de todo lo que pasa en la Plaza de toros es ei presidente de la corrida. Procura que se cumplan las reglas y otorga premios que pueden ser una oreja, dos orejas o el rabo del toro matado. Pero en realidad el que decide es el público que con sus gritos y aplausos, y con sus pañuelos al aire muestra si la «faena» le ha gustado. También en el caso de que el toro sea cojo o inválido, el presidente debe dar una señal con pañuelo blanco para que lo hagan salir. Para eso sueltan a unos bueyes mansos llamados «cabestros» que llevarán al toro afuera.

Casi siempre hay tres toreros y seis toros, dos para cada uno. Hay toreros buenos y muy famosos, conocidos por todo el mundo. También hay principiantes, igual que el toro puede resultar bravo o manso. Pero lo que importa es la fiesta, la actitud de la gente alegre, los gritos del público que hacen olvidarse del simple hecho de la matanza de un aninfal.

Si queréis disfrutar de la corrida, no os olvidéis de que la temporada dura de abril a noviembre y que incluso las entradas más baratas son muy caras.

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