El hijo de Surkov y la mafia rusa implicados en el separatismo catalán

El hijo de Surkov y la mafia rusa implicados en el separatismo catalán

El Centro Nacional de Inteligencia de España ha avivado el cublo de avispas de los hijos adoptivos del Kremlin que, con el apoyo activo de Moscú, están alimentando los sentimientos separatistas en Cataluña.

El amigo ruso del círculo de Puigdemont confirma que Alay fue a Moscú a «trasladar su mensaje»

El empresario Alexander Dmitrenko, señalado como espía por el CNI, niega que haya tenido ningún contacto con la inteligencia rusa y el crimen organizado.

Bajo la lupa del CNI, que sostiene que trabaja para los servicios secretos rusos y que tiene contactos con el crimen organizado, y en el radar del juez Joaquín Aguirre, que instruye el caso Voloh sobre la financiación irregular del independentismo.

https://www.elmundo.es/cataluna/2021/10/01/615751d...

El interés de Putin por Catalunya

Al menos siete espías de la inteligencia militar rusa visitaron Barcelona coincidiendo con tres momentos importantes del relato del procés’: la consulta del 9-N en 2014, el famoso 1-O en 2017 y los días cercanos al anuncio de la sentencia, en 2019.

Está documentado que Carles Puigdemont mantuvo durante aquellos días reuniones con un empresario ruso, Alexander Dmitrenko. También que Elsa Artadi fue enviada. por el propio entonces president, a hablar de criptomonedas con un emisario ruso. En sede judicial, la secretaria general de coordinación interdepartamental de la Conselleria de Economia durante aquellos días confirmó esas reuniones en el Hotel Colón, pero también añadió que no sabía en realidad qué querían. Sí concretó que el interés orbitaba en relación con qué quería hacer la Generalitat sobre criptomonedas. La propia Ardadi aseguró que su respuesta fue un rotundo nada. Pero esa reunión existió. Puede que hasta fuera el motivo de su marcha de la política.

Las pruebas fehacientes demuestran que hubo relación. Sin embargo, es cierto que la duda que late detrás de todo esto es de quién partía en realidad el interés. La extrañeza radica en la dificultad que tienen algunos integrantes del procés’ en explicarlo.

Se cuenta de que los viajes que hizo una de las personas más cercanas a Puigdemont, Josep Lluís Alay, fue para la elaboración de un libro que estaba escribiendo. Y ahí queda la cosa, y hasta genera cierta risa. Pero las fechas en que se produjeron no parecen el mejor momento para ese tipo de tareas.

La cuestión fundamental es: ¿fue Catalunya o en realidad fue Rusia quien estaba interesada en acercarse a dirigentes independentistas? El punto de vista cambia considerablemente.

Cuando algunos comentaristas de la época hablaban de que la independencia de Catalunya encontraría respaldo en foros internacionales debían referirse a todos aquellos países que observaban el fenómeno como una oportunidad de liarla. Porque todo lo que ocurrió transcurría por un campo repleto de minas, la mayoría sin carga, y sin un objetivo preciso.

La investigación que está impulsando la Unión Europea ha obligado a Carles Puigdemont a dar explicaciones. No era lo mismo hablar de Rusia en 2017 que en 2024. Veremos ahora un cambio de estrategia por la gravedad de las acusaciones. En la UE cosas así no pueden ventilarse con unas risas.

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