«Me gusta lanzarme a la piscina en todo»

«Me gusta lanzarme a la piscina en todo»

La joven no se arrepiente de los años de sacrificio pues «la lucha y la constancia son aplicables a cualquier situación»

La joven reside en la capital, donde estudia Interpretación

Almudena Cid se considera «una chica muy normal».

Es la novia de Álava, la gimnasta que ha enorgullecido durante más tiempo a toda una provincia. A mucha gente se le hicieron los ojos cortinas de agua cuando Almudena Cid dibujó un corazón en su último ejercicio, el de la cuarta final olímpica nada menos. Ahora aprovecha la disciplina espartana de tantos años y su simpatía natural para encontrar un hueco en los monitores de televisión. Uno de sus próximos proyectos en la pequeña pantalla se llama 'La guerra de los sesos' aunque fuera de ella le esperan también planes muy interesantes. La joven diseña, junto a algunos ex compañeros del desaparecido programa 'Circus', la construcción de un espectáculo a través del movimiento para «refugiar a los deportistas que se van retirando».

-¿Cuántas veces le han preguntado cómo es posible durar hasta los 28 años al más alto nivel en un deporte de niñas y adolescentes?

-Ha sido la pregunta del millón desde que me he retirado. Creo que ha sido siempre por la ilusión, por las ganas de conseguir un sueño. El mío era prolongar lo máximo posible mi carrera en un buen estado de forma y lo he conseguido con mucha constancia.

-¿Cómo la veía el resto de gimnastas en los campeonatos? No le pedirían la paga.

-No, no, je, je. Sobre todo al final sentía que me miraban con admiración y respeto porque saben lo duro que resulta estar tantos años en la elite. Siempre me han preguntado '¿cómo aguantas?'. Incluso muchas entrenadoras de grandes gimnastas.

-¿Se arrepiente de haber entregado su juventud a una actividad tan esclava?

-Para nada. Ahora disfruto de muchas cosas que gente de mi edad no disfruta. Y eso es porque he dedicado mi vida a hacer mi profesión lo mejor posible, he aparcado algunas cosas consciente e inconscientemente y, ahora que las he retomado, las valoro mucho.

-¿Por ejemplo?

-Pues el simple hecho de tener al mediodía un momento para tomar un café. Crear un hueco para algo así es algo que valoro y disfruto. Para la gente es algo normal, pero para mí no lo era.

-¿Es tan inhumana la vida de la niña gimnasta como se ve desde fuera?

-A ver, sí es verdad que el deporte de elite requiere mucho sacrificio y no puedo decir que no es duro. Es cierto que este deporte te absorbe completamente. Yo he tenido que sacrificar a mi familia, que es lo único que no me hubiese gustado hacer. Ves a tus hermanos crecer desde la distancia, mis padres me echaban de menos y yo a ellos. Tenía que hacer de tripas corazón, pero es algo que yo elegí. La conciencia que tengo ahora y que tenía a los catorce años sobre el deporte de elite no es la misma.

-¿En qué se diferencia?

-Antes era hacer bien mi trabajo para tener contentos a los demás. De joven sólo quería que mi entrenadora me dijera 'qué bien' y al final de mi carrera consistía en disfrutar yo misma y mejorar. El entrenamiento duro y constante ya tenía un sentido.

«Conocerme»

-¿La disciplina le ha fortalecido mentalmente?

-Me ha hecho conocerme, que ya es mucho. Lo que me tiene que afectar me sigue afectando, pero sé afrontarlo de otra manera. Me he hecho dura, pero sigo siendo muy sensible.

-Y después de conocerse, ¿cómo se define?

-Como una persona sensible, pero con carácter. Luchadora, alguien a quien le gusta tener sueños e intentar cumplirlos. Y una deportista que al final de su carrera ha disfrutado el momento.

-¿Animaría a una hija suya a hacer rítmica?

-Sí. Si ella quiere, sí. Le diría 'hija, adelante'. Algún consejillo le daría, je, je. Y creo que alguno le valdría. Y si un día querría dejarlo le diría 'venga, hija, a otra cosa'. O hijo, eh, que también los chicos pueden hacer rítmica.

-¿Le duele la relación que cierta gente establece entre gimnasia y anorexia?

-Me duele muchísimo. De hecho, uno de mis objetivos con la gimnasia ha sido demostrar que es un deporte relativamente sano. El de elite es sano, pero no en cuanto a la alimentación. Las chicas gimnastas se desarrollan con total normalidad.

-¿De qué le va a servir su amplia etapa deportiva en el nuevo mundo laboral que ha emprendido?

-Me está valiendo para tirarme a la piscina en todo. Ahora estoy tomando clases de interpretación y estoy descubriendo que es un mundo muy similar por el lenguaje corporal. Se trata de expresar emociones y yo he vivido tantas dentro de la gimnasia… Y también que la capacidad de lucha y de constancia es aplicable a cualquier situación de la vida.

-De vivir en permanente sacrificio a un mundo nuevo y abierto. ¿Siente que se ha perdido demasiadas cosas?

-No, porque las estoy viviendo. Sí es verdad que no tuve la infancia típica de otras niñas, pero no la echo en falta. Me considero una chica muy normal y no noto ninguna carencia por no haber vivido esa etapa. Lo que debería ser en este momento lo soy.

-Además de gran deportista, Almudena Cid cae bien. ¿Ese carácter le ayuda para su ingreso en el mundo del espectáculo?

-Me está abriendo puertas el carácter extrovertido para lanzarme a la piscina. Pero en este mundo, si no funcionas, no sirves.

Los padrinos

-¿Por dónde va a tirar concretamente? Moda, concursos televisivos como el que va a protagonizar con 'La guerra de los sesos'...

-Bueno, en éste que dices colaboro. Pablo Motos y Jorge Salvador son los causantes de todo esto porque el día que me invitaron a 'El hormiguero' como gimnasta decidieron que querían que trabajara con ellos. Y 'La guerra de los sesos' es de su productora. Son mis padrinos, los que han confiado en mí. Éste es un mundo que yo no he buscado y se me ha abierto. Luego está otro, que sí estoy creando yo. Nos hemos juntado un grupo de ex gimnastas, entre ellos el vitoriano Ortzi Acosta, que han estado en el Circo del Sol. La idea es crear un espectáculo a través del movimiento y refugiar a los deportistas que se van retirando.

-Su primera incursión televisiva, 'Circus', no cuajó. Acostumbrada a ser tan metódica, ¿le sorprende el capricho de las audiencias?

-No les hago mucho caso. De momento no me obsesionan. 'Circus' fue para mí una experiencia, ya vi desde el principio que era un 'reality' difícil de adaptar a la televisión y tampoco me sorprendió que no llegara a cuajar. Ya sabemos que al final es el espectador el que decide. Y pensé, 'esto no es, pero será otra cosa'.

-¿Cuánto le ayuda tener un novio televisivo como Christian Gálvez?

-Me ayuda cuando llego a casa después de trabajar. No paro de contarle lo que he hecho y, según sus caras, veo si va la cosa guay o no. Al final siempre me pregunta '¿eres tú dentro de ese trabajo?' Le digo 'sí'. Y responde, 'bueno, pues ya está'. Christian me ayuda a mantenerme yo misma, a no cambiar.

-Suman ustedes el colmo de la simpatía. Su novio es el yerno ideal para muchas madres...

-Eso dice mi madre. Para ella es el yerno ideal y para él es la suegra bonita.

«La verdad por delante»

-¿Participaría en 'Supervivientes' y sobreviviría como la mejor?

-Creo que la experiencia tiene que ser muy buena. Pero ya lo del 'rollo reality' no me atrae tanto porque es como ponerte desnuda ante todo el mundo. Ahora mismo, por supuesto que no entra en mis planes.

-Aprovechando su respuesta, ¿le ha propuesto alguna revista posar desnuda?

-Sí, sí, claro, je, je. Hace mucho tiempo, pero no.

-¿Hace falta mucho contorsionismo en la selva mediática?

-De momento no me he llevado ningún chasco. Sé que me llevaré alguno y estoy preparada, pero voy con la verdad por delante. Sí me he encontrado con gente veterana en el medio que siente rabia ante alguien como yo, que acaba de llegar. Pero bueno, yo también tengo que hacerlo bien y noto mi responsabilidad.

elcorreodigital.com, 22.03.09

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