El rey turismo está desnudo: el gigante español se pierde en un modelo agotado

El rey turismo está desnudo: el gigante español se pierde en un modelo agotado

Turismo de masas y no de calidad, dependencia de los tourperadores, bajísima productividad, atomización empresarial. El sector turístico español arrastra problemas endémicos que convierten el negocio en insostenible.

España puede presumir desde hace tiempo de haberse convertido en una verdadera potencia mundial del turismo: segundo país del mundo por ingresos turísticos, cuarto por llegada de turistas extranjeros. Un verdadero gigante a escala global. Gigante, pero en muchos aspectos, con pies de plomo. Y es que el turismo español arrastra algunos déficit que más que estructurales, amenazan con convertirse en endémicos.

La peligrosa apuesta por el turismo de masas, la progresiva pérdida de cuota de mercado de España en el marco internacional, la casi total dependencia de los grandes touroperadores europeos y de las aerolíneas de bajo coste, la bajísima productividad de varios de los subsectores turísticos, la profundísima atomización de un sector en que son legión las microempresas… Son algunos de los problemas de los que alerta la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) en una monografía de sus Papeles de Economía Española dedicada al turismo. «El modelo tradicional del turismo español está agotado y es insostenible» es una de las sentencias que retumban en el estudio.

RECETAS DE FUNCAS PARA UN NUEVO TURISMO

— Acabar con la sobrecapacidad de alojamiento, sobre todo en el litoral.

— Desarrollar nuevas herramientas de gestión de los destinos para su mejor comercialización.

— Más eficiencia en la gestión pública del turismo.

— Mayor coordinación entre CCAA y Estado en la promoción y gestión turísticas.

— Nuevo modelo de financiación local que solvente los problemas de los municipios.

— Superar el cáracter exluyente del ambientalimo y desarrollar estrategias de sostenibilidad real.

— Acabar con la instrumentalización del turismo para justificar el boom inmobiliario.

— Actitud proactiva hacia la gestión de los efectos del cambio climático.

— Atajar el turismo de excesos para evitar la pérdida de valor: no al turismo de borrachera.

— Las administraciones deben asumir el liderazgo que requiere el cambio de modelo.

— Generar órganos de coordinación entre las diferentes adminstraciones.

Un modelo de mediados del sXX

Desde los años cincuenta del pasado siglo, España optó por un modelo turístico que, a grandes rasgos, se mantiene en todo su esplendor todavía hoy: especialización en el sol y playa; concentración geográfica del negocio fundamentalmente en el litoral; una acusada estacionalización con protagonismo absoluto del verano, dependencia de pocos mercados emisores (Reino Unido, Alemania y Francia); un control del negocio muy acusado por parte de los grandes touroperadores europeos, que se reservan gran parte de las plazas disponibles y hacen que los precios sigan siendo bajos… Unos problemas a los que se han venido a sumar las seculares dificultades financieras de los municipios españoles (que se agravan en caso de los municipios turísticos) y la explosión inmobiliaria en muchas regiones españoles con la excusa de los supuestos beneficios turísticos que conllevaría.

«Este modelo turístico, basado en la captación de grandes volúmenes de turistas concentrados en épocas muy concretas del año, está empezando a dar muestras de debilidad en otros aspectos [además de los medioambientales] como la congestión de las infraestructuras de transporte, el colapso en los servicios de abastecimiento eléctrico, deficiencias en el abastecimiento de agua, baja calidad den los servicios prestados al incorporar de forma masiva mano de obra sin cualificar»…, advierte Juan Ignacio Pulido, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén, uno de los autores de la monografía de Funcas.

Destinos obsoletos en el litoral

El turismo español, muy singularmente en el caso del litoral, ha vivido en los últimos años en una ilusión de crecimiento permanente, por la mayor afluencia de turistas. Pero a pesar del mayor número de visitantes, el negocio se resentía. Mientras que la llegada de turistas prácticamente ha crecido ininterrumpidamente (con la salvedad de los últimos años de crisis), la rentabilidad de los destinos turísticos flojea por el menor número de pernoctaciones, el acortamiento de las estancias y el menor gasto diario.

«Todo ello ha supuesto una reducción de 2.500 millones de euros en ingresos turísticos entre 2001 y 2008 en el litoral español», subraya Oscar Perelli, del lobby Alianza por la Excelencia Turística (Exceltur). La rehabilitación de estos destinos y la generación de nuevos productos turísticos permitirían elevar precios, aumentar el gasto medio diario y también mejorar el número de estancias. «Así se acumularía en 2020 un crecimiento de los ingresos turísticos de 18.600 millones de euros en términos reales en estas zonas, un 38,9% superiores a los datos de 2009», explica Perelli.

Un sector insustituible, y sin productividad

El peso del turismo en la economía española lo convierte en un soporte insustituible para la actividad económica del país: aporta entre un 10% y un 11% del conjunto del PIB español, concentra el 11,5% del empleo del país (el 15,5% de los puestos de trabajo del sector servicios)… El turismo creó más empleo en tiempos de bonanza (entre 1995 y 2007, el empleo en el turismo creció a una tasa media del 4,8%, frente al ritmo de 3,2% del conjunto de la economía) y destruyó menos con la crisis (en 2009, la ocupación cayó un 2,4%, mientras que el total nacional caía un 7,3%).

En efecto, insustituible, pero con algún pero. Y es que el empleo turístico presenta una más que preocupante baja productividad, singularmente en ramas como la hostelería y la restauración: las actividades turísticas vienen registrando tasas medias de variación de la productividad laboral negativas desde 2001. En paralelo, el sector muestra una elevada temporalidad en la contratación, con una parte sustancial de los empleados que tienen una débil vinculación con el sector.

El español, un turismo de 'hotelitos'

En los últimos años, los datos reflejan que no son precisamente las pequeñas empresas turísticas las que lideran la creación de empleo en el sector. Son las empresas con más de 50 empleados, y muy particularmente las de más de 250 trabajadores, las que muestran los mejores datos laborales y las directamente responsables de las tasas de creación bruta de puestos de trabajo desde hace tiempo. Lo que puede resultar un problema en un sector totalmente dominado por las empresas pequeñas, e incluso minúsculas.

La atomización del sector es profundísima. En el caso del negocio hotelero, la práctica totalidad de las empresas (en concreto, el 98,4%) cuenta con menos de 250 empleados. Y de éstas, las microempresas (con menos de 10 trabajadores) representan el 79% del total. Con tal atomización empresarial, el sector se encuentra con dificultades para obtener financiación, y también con problemas operativos y de carácter comercial. No en vano, las microempresas hoteleras son las que presentan menores ingresos por habitación y menores tarifas diarias, perpetuando el problema del turismo nacional de sólo poder competir por precio, y no por tener un producto de calidad y con valor añadido. Paradójico: una gran potencia turística como España adolece de grandes empresas turísticas.

expansion.com, 07.07.11

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