Educación contra viento y marea
Vivir en la pobreza, el rechazo social o la violencia, ¿qué futuro les espera a los adolescentes que crecieron en circunstancias difíciles? ¿Y puede la educación realmente ayudarlos?
La crisis en España ha dejado a muchas familias sin trabajo, los padres ya no pueden pagar la educación de sus hijos. Las organizaciones públicas ayudan, pero el subsidio social solo alcanza para la alimentación. Según Unicef, 2.267.000 niños viven en la pobreza en España. Cada año, la Cruz Roja desarrolla decenas de programas destinados a ayudar a los niños cuyas familias se encuentran en una situación económica difícil.
Los alumnos españoles pueden optar a distintos tipos de becas
Asfixiados por el retraso en las becas
Miles de alumnos sin recursos reciben la ayuda a mitad de curso
En Cataluña aún no ha cobrado nadie
Las universidades denuncian el caos durante el proceso.
Los alumnos españoles pueden optar a distintos tipos de becas. Entre ellas, las generales representan el grueso: son las que garantizan la igualdad de oportunidades, pues intentan evitar que los alumnos con menos recursos dejen de estudiar por falta de dinero. El problema es que decenas de miles de ellos van a recibir esa beca a mitad de curso, con el consecuente esfuerzo y muchas veces ahogo de unas familias que tienen que adelantar un dinero que no les sobra: por eso precisamente son beneficiarios de ayuda. En Cataluña, por ejemplo, aún no ha cobrado nadie.
“No tiene ningún sentido que las ingresen tan tarde; así no cumplen su función”, se queja la universitaria Lorena Ortiz, por mucho que el Gobierno insista en el esfuerzo que ha hecho para no reducir el presupuesto de estas ayudas generales: 1.163 millones en 2013. Ortiz, almeriense de 23 años, estudia un máster en Granada y espera a que le paguen su ayuda cuando ya ha pasado la mitad del curso. El año pasado hubo más de 385.000 beneficiarios de la convocatoria general de becas, la inmensa mayoría universitarios, aunque también hay alumnos de Bachillerato, FP y enseñanzas artísticas.
Por un lado el Ministerio de Educación asegura que los plazos son más o menos los de siempre, salvo en unos pocos casos en algunas provincias, y arroja en todo caso la pelota al tejado de comunidades y universidades: “Nosotros vamos pagando según van llegando los datos”, dice un portavoz. Los campus, por su parte, se quejan de que el proceso este año ha sido un “caos” por el aumento de las solicitudes sumado al recorte de medios y los cambios continuos de procedimiento por parte del Gobierno.
Y, mientras, jóvenes como María Soto, alumna de 22 años de segundo de Educación Infantil en la Universidad de Extremadura, ni siquiera han recibido la contestación de si les conceden o no la beca. Y eso que desde la universidad a Soto le sellaron la solicitud como preferente, asegura, porque su padre lleva en el paro tres años y medio (por lo que no cobra ningún tipo de prestación), y su madre y su hermano de 20 años tampoco encuentran empleo (el muchacho ha retomado los libros para intentar obtener el graduado). Su otro hermano, el más pequeño, de 10 años, evidentemente, tampoco trabaja.
¿Cómo se apaña? Como puede, con la ayuda de otros familiares, comida del banco de alimentos —“A veces voy en autobús a la facultad y, a veces, voy andando”— y, sobre todo, porque el casero de María le está aplazando desde noviembre y hasta que cobre la beca el pago del alquiler en su piso de Badajoz, donde estudia; la familia vive en un pueblo cercano, Villafranca de los Barros. “En la universidad nos ofrecieron tiques para comer en el comedor. Algunos compañeros están comiendo allí y luego les dan tarteras para que puedan cenar”, asegura.
María cuenta que el año pasado cobró la beca, de algo más de 6.000 euros, en diciembre. De hecho, desde mediados de la década pasada hasta hace apenas dos años, se había conseguido que la mayor parte de los becarios cobrasen en el primer trimestre del curso, aseguraba el anterior Gobierno y confirman hoy distintas universidades. Desde la de Salamanca, explican que entonces se solían quedar para después de Navidad solo aquellas solicitudes que ofrecían dudas, incidencias o les faltaban datos.
En realidad, es muy difícil cuantificar los alumnos que están pendientes aún de resolución y de pago, y además hay que tener en cuenta que las becas generales van desde solo la exención del pago, o unos centenares de euros anuales para material o transporte, hasta las más cuantiosas para las rentas más bajas —en torno a un 20%— que pueden llegar superar los 6.000 euros anuales para manutención, alquiler, material, es decir, para vivir.
Lo que es seguro es que son al menos unos 31.000 los que aguardan aún su resolución; ese es el número de becarios que se calcula que habrá en Cataluña, donde aún no se ha resuelto. En todas las demás comunidades ya se han empezado a abonar las becas a una parte de los beneficiarios, pero la mayor parte de los campus habla de retrasos generalizados mayores que otros años.
La Universidad de Burgos, por ejemplo, asegura que allí ya se han pagado todas, pero en muchas otras el proceso no concluirá para buena parte de los alumnos hasta marzo o incluso después: en Zaragoza, Elche, Salamanca, Extremadura… En esta última, el representante de Estudiantes Ezequiel Valentín calcula que aún faltan por resolver en torno a la mitad de las 13.000 solicitudes de beca presentadas. Este diario ha intentado, sin éxito, recabar el punto vista de la universidad extremeña.
El proceso de tramitación de becas generales para estudiar una carrera es el siguiente en la mayor parte de España: los alumnos hacen la solicitud en su universidad, esta la tramita, la compulsa y la remite al ministerio, que finalmente cruza los datos con otras entidades (por ejemplo, para comprobar los datos de la declaración de la renta), las deniega o las concede y, en su caso, las abona (esto ya lo hace el Ministerio de Hacienda).
Este año, se queja la responsable de la comisión de Estudiantes de la Conferencia de Rectores (CRUE) Victoria Vivancos, los campus no solo no han contado con el personal de apoyo que normalmente se les manda desde Educación, sino que ha habido constantes cambios en los criterios a aplicar en el proceso (por ejemplo, cuántas copias compulsadas del carné de los familiares del solicitante hacían falta). “Ha sido un caos, un desastre. Nosotros advertimos por carta en octubre al ministerio de que en estas condiciones se iban a producir retrasos”, añade Vivancos.
No solo Vivancos, sino también los responsables de otras universidades contradicen las palabras del portavoz del ministerio, quien ha asegurado a este periódico que sí se ha enviado personal de apoyo como otros cursos y que no ha habido problema técnico alguno. Desde la universidad canaria de La Laguna, una portavoz asegura por escrito que, aunque allí está casi cerrado el proceso, sí ha habido retrasos debido a que Educación “ha eliminado la presencia del personal contratado de apoyo”, a que han sufrido “hasta 14 versiones diferentes de la aplicación informática del ministerio” y porque ha habido multitud de “devoluciones de becas propuestas por infinidad de errores derivados de nuevos controles”.
En Cataluña, donde todavía ningún estudiante ha recibido nada, ni siquiera la notificación de haber sido aceptados o no como becarios, el proceso es distinto. Mediante un convenio, el Gobierno autónomo recibe el monto total de dinero para sus becarios y gestionan directamente todo el proceso. En este caso, la Generalitat dice que recibió el martes el convenio, que ahora debe firmar y remitir al ministerio para que desencalle la transferencia del monto de las ayudas. El ministerio asegura en este caso que los tiempos también están siendo los plazos más o menos habituales, pero lo cierto es que el curso pasado dicho convenio se firmó en diciembre y el anterior, en noviembre, según consta en el Boletín Oficial del Estado.
Paula Salvatella estudia cuarto curso de Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona. El año pasado no recibió la ayuda hasta mediados de marzo. “Me tardó mucho, en cambio, a algunas compañeras en diciembre ya les habían pagado”, comenta. El año pasado Cataluña ya abonó con retraso las becas generales por problemas de tesorería de la Generalitat, pero entonces las ayudas se habían ido pagando en varios momentos y este curso se hará de una sola vez. El Gobierno catalán calcula que las becas quedarán resueltas y pagadas antes de final de mes. En todo caso, ningún becario habrá cobrado este año antes de la mitad del curso.
“Los retrasos no son nada nuevo. Si te aprueban la ayuda en enero, a lo mejor no cobras hasta mayo o junio, casi al final del curso. Es algo que sucede al menos desde hace unos cuatro años, desde que yo entré en la universidad, y algo que los estudiantes ya tienen asumido”, tercia Oriol Martín, responsable de Universidades del sindicato estudiantil AJEC. Ni en Cataluña ni en el resto de España el pago se produce automáticamente en el momento en que se aprueba la concesión de la beca. En ese momento se avisa al departamento de Hacienda, que puede tardar más o menos en hacerlo efectivo.
A Alejandra Díaz, de 19 años, tampoco le han contestado todavía si tendrá beca o no. Confía en que sí, como la tuvo el año pasado, para poder aligerar la carga extra que supone para sus padres, agricultores cacereños, que ella estudie primero de Criminología en la Universidad de Salamanca. Calcula que gasta en torno a 300 o 330 euros mensuales de alquiler, gastos y manutención. Cuenta que este año las cargas familiares, encima, son mayores, pues su hermana de 23 años ha terminado la carrera, ha dejado de percibir la beca y no encuentra trabajo. Lorena Ortiz, que estudia un máster de Dibujo en Granada (su familia vive en Almería), cuenta que tiene unos 350 euros mensuales de gastos, pues tiene además que comprar material para el curso. Ella sabe que su beca está aceptada (5.400 euros, más 150 por buenas notas), pero todavía no tiene el dinero en la cuenta.
Abraham Galera no sabe si tendrá beca, pero sabe que la cantidad no será tan elevada. De hecho, este estudiante de Periodismo de la Autónoma de Barcelona ha visto como la ayuda menguaba año tras año. De los 800 euros por material y transporte que recibió en primero y segundo, el año pasado solo le concedieron 150 euros. Una cantidad totalmente insuficiente para este estudiante que reside en Tordera, a 80 kilómetros del campus. Entre gasolina y peajes, asegura que se gasta 500 euros al mes, una carga pesada para su familia, de seis miembros, que se sustenta con los ingresos que da el restaurante familiar. Abraham pone su granito de arena en la caja familiar trabajando como entrenador de fútbol a chavales y también compartiendo coche. El joven espera que le concedan la beca, especialmente en un curso en que en Cataluña han subido las tasas hasta un 66,7%. “En primero la matrícula costaba 888 euros; este año ya vale 2.200”, apunta. El estudiante admite que con esfuerzo, y la beca, su familia podrá mantenerlo en su último año de carrera.
Pero los retrasos no solo están perjudicando a los que son finalmente beneficiarios. Desirée Pérez Montes, que estudia a través de la UNED, cuenta que ella ya da por hecho que perderá la beca este año por el endurecimiento de los requisitos académicos decretado por el Gobierno (ahora hay que aprobar el 90% de las asignaturas en lugar del 80%). Sin embargo, necesita que se lo confirmen oficialmente para poder solicitar ayuda al fondo social de la universidad: “Y termina el plazo el 30 de abril y al paso que vamos no sé si lo lograré...”.
A esos fondos que muchos campus españoles tienen puestos en marcha, sobre todo para situaciones sobrevenidas (como por ejemplo, una bajada brutal de ingresos que no se refleja en la última declaración, un fallecimiento...), se suman las becas autonómicas, cuyo requisito fundamental es no haber podido acceder a las generales.
Pero, además, estos retrasos perjudican profundamente a las propias universidades, que no saben cuántos alumnos de los que tienen acabarán pagando, pues muchos de los que no obtienen beca se ven obligados a dejar el curso porque no pueden hacer frente al pago, sobre todo, en los másteres. Lorena Ortiz cuenta que dos de sus compañeros acaban de abandonar sus estudios de posgrado, casi a mitad de curso, cuando les han confirmado que no tendrán ayuda. “Nosotros hemos llegado a ofrecer la posibilidad de fraccionar el pago hasta en ocho cuotas”, explica Vivancos sobre su universidad, la Politécnica de Valencia, donde es vicerrectora.
Ayudas en tiempos de crisis
Bajada global del 14,6% en dos años. El presupuesto total del Ministerio de Educación para becas y ayudas al estudio es en 2013 de 1.222 millones de euros, 209 millones menos (un 14,6%) que en 2011.
Becas generales: una leve subida y criterios más duros. El Gobierno ha insistido los dos últimos años en el esfuerzo que ha hecho para mantener, a pesar de la bajada global, el presupuesto de la convocatoria general de becas: en 2013, 1.163 millones, 23 millones más (un 2,4%) que en 2012. Tampoco se han tocado los umbrales de renta (la riqueza máxima bajo la que se tiene derecho a ayuda), pero se han endurecido los criterios académicos mínimos.
Adiós a las becas Séneca. El curso que viene ya no se convocarán las becas Séneca, nacidas hace 13 años para ayudar a los alumnos a estudiar medio curso o un curso en otra universidad española. Se repartían entre los alumnos con mejor expediente que las solicitaban. En 2013, solo hay dinero para terminar de pagar la convocatoria en curso, con 2.050 becarios.
Un 75% menos para Erasmus. Educación ha reducido en dos años
el presupuesto para su aportación a las becas Erasmus (también aportan la UE y las autonomías) un 75%: pasa de más de 67 millones en 2011 a 15, en 2013.
Los idiomas, dentro de España. Las becas para que los jóvenes pudieran estudiar idiomas en verano han pasado de tener un presupuesto de 51 millones de 2011 a 10 millones en 2013. Entonces, el grueso de esas ayudas era para estancias en el extranjero: en Canadá, Australia, Malta, Reino Unido…. Pero este año, la mayor parte serán cursos de inmersión dentro de España (solo se mantienen becas para Francia). Los cursos “de inmersión en España” se han “mostrado más eficientes”, dicen los Presupuestos Generales del Estado de 2013.
Recorte en predoctorales a mitad de convocatoria. Educación recortó un 15% las becas de Formación del Profesorado Universitario (FPU) de la convocatoria de 2012 el pasado noviembre, cuando el proceso de selección y concesión ya estaba muy avanzado. Serán 800 becas en lugar de las 950 inicialmente previstas, ya que los presupuestos para este programa se han quedado en 59,5 millones (eran en principio 72,4 millones).
Alejandra Díaz, estudiante en la Universidad de Salamanca
María Soto, estudiante a la espera de una beca