Ucranianos en España
Vinieron a España porque la situación social y económica en Ucrania empezaba a ser muy complicada, pero no imaginaban que su pas iba a convertirse en el eje de un conflicto que amenaza con desestabilizar a toda Europa.
Yana Palatkina, de 16 años, reside desde hace 9 años en España
Proeuropea: Yana Palatkina, 16 años (9 en España)
«Antes del Maidán, me avergonzaba de mi país»
«Me escapé de casa porque quería estar en Maidán», cuenta esta estudiante nacida en Odesa pero que vive desde hace 9 años en Madrid con su madre. Cuando estalló la protesta, Yana estaba de vacaciones en su ciudad natal y se largó a Kiev, la capital. «Me marché con mi primo. Mis padres no sabían nada». Confiesa que antes de la revolución de Maidán se avergonzaba de su país. «A todo el mundo le decía que era rusa. Hoy daría hasta la última gota de mi sangre por Ucrania. Los patriotas ucranianos no somos fascistas. ¡Que se informen antes de hablar y dejen de insultar!».
Proeuropea: Kateryna Antoshkiv, 24 años (6 en España)
«Sin Ucrania, Rusia es un cuerpo sin brazos ni piernas»
Esta licenciada en Empresariales muestra fotos de algunos de los caídos en Maidán. Kateryna nació al oeste del país, y para ella, fue el propio Putin, al que llama el 'pacificador sangriento', el que reprimió las protestas. «Putin no quiere renunciar a Ucrania porque, sin nosotros, Rusia es como un cuerpo sin piernas ni brazos. Por eso nos llama 'fascistas'. Nuestro patriotismo no se basa en el odio. En mi provincia viven 20.000 rusos y nadie los amenaza por hablar su lengua; en cambio, al este del país, si hablas ucraniano, estás perdido. Queremos regenerar Ucrania y no estamos solos. La comunidad internacional nos apoya».
Prorruso: Vitaliy Remezov, 38 años (10 en España)
«Nos llaman 'terroristas' solo por no querer vender nuestro país al FMI»
¿Por qué nos llaman 'terroristas'?», se pregunta este ingeniero de 38 años que hoy es jefe de obra en España. «¿Solo por negarnos a vender el país al FMI, por defender nuestra lengua (el ruso) de la ultraderecha y el asedio de los EE.UU.? El este del país, donde dice Europa que está¡n los malos, sostiene la economía nacional. Un 70 por ciento del PIB sale del este de Ucrania. En el oeste, solo hay jubilados y estudiantes; el resto ha emigrado».
Proeuropea: Kristina Drevnyak, 24 años (6 en España)
«El genocidio de mi pueblo a manos de Stalin no se olvida»
«Tengo parte de familia rusa, pero no me hablo con ella -«afirma esta joven de Kiev diplomada en Turismo»-. El horror del Holodomor no se olvida. Así es como llamamos en Ucrania al genocidio de nuestra población en tiempos de Stalin. Hoy, todo ese miedo ha vuelto con Putin. No queremos nada con Rusia. Queremos mirar hacia delante. ¡Que nos deje en paz!».
Prorrusa: Iryna Klymenko, 26 años (12 en España)
«Para Kiev, los que hablamos ruso somos ciudadanos de segunda»
«El Gobierno de Kiev no nos respeta. Para ellos somos ciudadanos de segunda», declara esta joven nacida en Donetsk, región de cultura y lengua mayoritariamente rusas. Técnica superior de Administración, cree que los EE.UU. llevan años preparando este momento. «EE.UU. solo pretende alejar a Europa de Rusia por su propio interés. Pero si Europa aspira a ser poderosa, tendrá que mirar a Rusia más que a los americanos».
Neutral: Svitlana Prysyazhnyuk, 36 años (15 en España)
"¿Quiénes son los buenos? Ambos bandos nos manipulan"
Traductora del Consulado de Ucrania en Madrid y natural de Lviv, al oeste del país, Svitlana se confiesa confundida por el conflicto. «Nos manipulan ambos bandos. Ucrania es un pretexto que usan los EE.UU. y Rusia para medir sus fuerzas y dividirse el poder mundial. Y, entretanto, la gente muere. ¿Quiénes son los buenos? El oeste de Ucrania es agrícola; el este, industrial. Más allá de las diferencias étnicas y culturales, se oponen dos formas de ver el mundo». ¿La solución? «Quizá un Estado federal».
Proeuropeo: Anatoliy Halchinsky, 58 años (10 en España)
«Estamos hartos de que Rusia meta las narices en Ucrania»
En Madrid, donde vive desde hace 10 años, trabaja en la construcción, aunque en su ciudad natal, al oeste de Ucrania, era bailarín. «De algo hay que comer», se justifica. «La propaganda de Putin solo cuenta mentiras de los nacionalistas ucranianos. Nos llama 'fascistas'. Y todo porque amamos la democracia y defendemos nuestra lengua -prohibida por Rusia durante años- y porque queremos acabar con la corrupción y acercarnos a Europa. Estamos hartos de que Rusia meta las narices en nuestros asuntos. No tenemos elección: o Europa o el caos».
finanzas.com, 15.06.14